Me da rabia cuando no lo consigo. Me da rabia no poder acabar ese entreno;
sobre todo cuando puedo pero él me dice que no. Aunque en el fondo sé que es lo
mejor. Pero el sentimiento de rabia no lo puedo evitar. Y cuando consigo hacer
el entreno entero me da rabia no haber dado el máximo en aquella serie inicial,
o que no me saliera aquel concepto de la técnica en la última serie. Mucha más
rabia no poder ni hacer nada, claro está.
¿Pero esto es malo? Ni mucho menos. Es signo de que quiero más, de que
busco más, de que existe un avance y una evolución.
También me da rabia cuando no puedo hacer un trabajo al 100%, cuando veo
que aun paciente le podría haber empezado a hacer una técnica que no se me
había ocurrido antes y le puede beneficiar, cuando a pesar de todo no salen los
resultados.
Mil cosas. Pero al final es como con el resto de sentimientos. Hay que
tenerlos, es lo normal y es lo bueno. Expresarlos y entenderlos. De esta manera
al fin poder controlarlos.
Se ha de tener miedo a las cosas, es un mecanismo de defensa; pero se ha de
poder luchar contra ello para avanzar. Se ha de tener alegría, pero uno no se
puede olvidar del mundo real. Se han de tener momentos tristes, desahogarse;
pero no dejar que la tristeza invada todo tu día. Así que, se ha de tener
rabia, pero no destrozar-se la mano contra el muro; sino convertirla en una
herramienta más para avanzar. Como los nervios de una competición, que acaban
formando parte de tu desequilibrado equilibrio en el starting.
Rabia. ¿La que mucha gente tiene viendo el resultado de estas elecciones?
…. Eso es algo que no comentaré en este blog.
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