lunes, 18 de julio de 2016

Aquí y ahora.

   Dicen que un segundo te puede cambiar la vida. Este es uno de mis segundos, el entrar en casa después de una experiencia inolvidable; después de 18 días en Marruecos.

   Probablemente el cambio no haya sido causado por ese segundo. Probablemente lo haya sido por los segundos ya vividos. ¿Pero que importa? En aquellos segundos yo seguía en mi burbuja. Un súper mundo paralelo que os iré explicando para quien lo quiera conocer (siempre desde mi punto de vista); día a día, experiencia a experiencia, sentimiento a sentimiento.

   Y llegas a Barcelona, a casa, y la burbuja explota. Parece que ya no quieres estar aquí, quieres volver, viajar más, cambiar el mundo. Y lo harás. Pero ahora toca esperar, reflexionar y empezar a planear mil y una cosas.

  Entre tanto desconcierto del mundo que te envuelve te sientes incomoda. Pues no veáis la de cambios que he hecho en mi habitación para sentirme otra vez como en casa. Hay que cambiar para seguir siendo los mismos.

   Y ahora con la habitación reorganizada me planteo porque así y no de otra manera. He pasado a tomarme las cosas con más calma, a ser menos materialista (aunque yo pensaba ya que no lo era mucho). Me explico; tenía un corcho lleno de entradas de conciertos, de tikets de viajes, de pulseras de eventos, de trozos de tela de un día que hice yo que se qué... Y todo de golpe a la papelera. Ya no me hacen falta. Ya no necesito tenerlos para recordar el momento y para recodar lo bien que me lo pasé. Ahora por fin confio en mi propio cerebro. Por fin he vivido una experiencia en la que me he dado cuenta de que estaba "aquí y ahora", viviendo el presente. Y al final eso es lo que cuenta, y lo demás son solo objetos que intentaban reflejar mi miedo a no haber disfrutado al 100% aquellos días felices.

   Ahora sé que lo hago. Que disfruto de cada instante hasta el punto que me dejan sin aliento, o que me llenan los pulmones de paz y tranquilidad. Señoras y señores, ya tengo el alma de viajero y voluntario metida en el cuerpo, y nunca más la podré controlar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario