[Primera parte: http://lauraflixdiez.blogspot.com.es/2016/07/dia-1-primera-parte-marruecos-2016.html]
Subo a otro autocar diferente,
donde me mandan. Y un chico se sienta a mi lado y me empieza a hablar en
inglés. Por fin un idioma en común con alguien. Me dijo que llegaríamos a Azrou en unas dos horas, que caía sobre las 7. Perfecto, la hora que había calculado
yo inicialmente al subirme al primer autocar. Así que envié un mensaje para que
me recogieran a esa hora.
Continuamos en una conversación muy
agradable e interesante; pero se bajó antes y me quedé otra vez sola. Y
llegaron las 7. Y no llegábamos a Azrou. Y me quedé sin batería en el móvil para
poder comunicarme; momento ideal. Por suerte me dio por apuntar los teléfonos de
las personas de referencia en un papel cuando me quedaba poca batería.
Un hombre me ayudó, hablando
también en inglés, me dejó su teléfono para intentar llamar. Pero parecía que
los números no iban, lo intentamos y reintentamos, pero nada. En uno de los intentos
me pasó el teléfono. Al otro lado me hablaron ofreciéndome casa para dormir y
cenar en Azrou, pero eso no era lo que yo quería. Un amigo del chico me estaba
ofreciendo hospitalidad, parece ser que es bastante habitual.
A esto, iban pasando los minutos
y yo me iba poniendo cada vez más nerviosa. Sola, en un país tan diferente, sin
poderme comunicar con la mayoría de gente por el idioma, sin saber exactamente
si habían recibido mi mensaje inicial o no, sin saber quien me esperaba (i es
que había alguien) en Azrou, y sin saber cuándo tenía que bajarme de aquél
autocar sin aire acondicionado y con un
exterior cada vez más oscuro.
Encima va y nos paramos a hacer
el desayuno del Ramadán. Así que se alargó más con una parada de unos 20-30
minutos. Dónde me ofrecían de comer y me miraban raro por no aceptarlo; que yo
ya iba bien servida de algún bocadillo durante la tarde.
Unos cuantos kilómetros más… Al
fin veo un cartel con la palabra Azrou. Pero aquí no acaba la cosa. No me bajé
en la siguiente parada porqué un hombre mayor me dijo que esa no era. Pero sí
que era. Por suerte revisaron los tikets (de las pocas veces en todo el viaje),
y en ese momento sí que el hombre empezó a decirme que me tenía que bajar. Cabe
destacar que me dijo que no me tapara el pelo cuando me estaba poniendo un
pañuelo en el cuello durante el viaje. Entre esa y alguna otra actitud llegué a
la conclusión de que era “un viejo verde”, punto.
Así que el autocar volvió a parar
algo pasado la parada de buses para que yo me bajara. El problema era que yo
había quedado en la misma y no sabía dónde estaba; ni siquiera sabía dónde
estaba yo.
Así que caminé en la dirección de
la cual venía el autocar. Pero finalmente decidí pedir ayuda. Necesité parar a
una familia entera para poder entenderme con alguien; y no eran pocos. Ya que
estaba probé otra vez el comodín de la llamada. Porque claro… Eran las 9:15 y
no sabía si habría alguien esperándome.
Esta vez, no sé porqué, uno de
los números funcionó y me pude comunicar. Me dijeron que en 10-15 minutos
estarían allí. Por fin. Pero que a ver si el chico del móvil prestado se podía quedar
unos minutos. Aceptó a quedarse 5 minutos… Que por suerte no fueron necesarios.
Solo entrar a la estación escucho
mi nombre a la espalda. Felicidad máxima.
Le di las gracias al chico que se
iba a esperar conmigo, y pedí perdón al que había estado esperando. La verdad
es que muchas personas me ayudaron en ese primer día, un buen comienzo.
Esperamos unos minutos más hasta
reunirnos con algunas personas más… ¡Y para la casa! Allí me habían guardado un
poquito de cena típica, buenísima. Me encantó la imagen del saludo de todas las
chicas en la habitación con mil literas y todas organizando sus cosas.
Escogí mi litera. Por fin había
llegado. Una súper experiencia de día. Y esto era sólo el principio.
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