jueves, 21 de julio de 2016

Día 2. Marruecos 2016.

   Andar por las calles de Sidi Addi mientras todos los lugareños observan tu paso. Está claro que se nos ve a la legua que no somos del lugar. Están todos a la sombra, esperando al rezo para poder empezar a comer y beber. Son fechas de Ramadán y está atardeciendo.

   Detrás nos siguen los niños y niñas del pueblo. No van a poder entrar en la casa donde dormimos todas las voluntarias (casualidad de que somos todas chicas), pero ellos nos siguen igualmente. Ha sido muy bonito, la típica escena que te imaginas pero no te la crees cuando la vives.

   Hemos salido de la casa de voluntarios y hemos dado un pequeño paseo hasta detenernos en una especie de plaza con un cuadrado de tierra central. Los niños, unos pocos, nos han visto y se han acercado de forma disimulada jugando con su pelota entre ellos. Nosotras hablábamos, diciendo que queríamos jugar con ellos pero no nos atrevíamos por el calzado que llevábamos y por su posible respuesta negativa. Así que decidimos probar a jugar con nosotras al “escondite inglés”, y en poco se nos quedan mirando; incluso aparecen más niños.

   Poco se tarda en entablar conversación con signos y con un poco de francés chapurreado de algún voluntario y de algún niño. Empieza el juego. Hacer equipos. Reír. Chutar la pelota. Una comunicación espectacular para no entendernos entre muchos. Y luego unos enseñando a otros, y otros enseñando a unos; juegos típicos de palmas, canciones y saltos.

   Felicidad en los niños y en las voluntarias; sin empezar si quiera el verdadero voluntariado. Que poco necesitamos para sonreír.

   De hecho, este día ha sido de adaptación. Por la mañana, nos enseñaron la escuela donde se llevarán a cabo 3 de los proyectos, y también el centro socio-sanitario donde se llevará a cabo el proyecto de rehabilitación en el cual yo participo.

   Luego dimos un paseo por un pueblo más grande cerca del nuestro, por Azrou (donde se encuentra el centro socio-sanitario). Observando todo tranquilo y sin gente. Con algún pequeño establecimiento abierto, pero sin actividad alguna. Otra vez, peculiaridades de venir en fechas de Ramadán.


   Ahora, las compañeras, sentadas en las literas superiores, leen a turnos un relato corto espectacular de un libro que se han traído. Dejo de escribir, para escuchar.

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